Ni No Kuni es magia. Un compendio de elementos del mejor rol clásico y una pizca del moderno para engendrar una pieza única a la que sólo le falta el toque del estudio Ghibli para erigirse como el mayor representante de los JRPG de los últimos tiempos. Todo en Ni No Kuni está mimado y cuidado hasta el extremo, ofreciendo una experiencia completa y muy satisfactoria para los que añoraban los tiempos en los que jugar a un jrpg significaba perderse en un mapeado inacabable explorando hasta el último rincón.
Solo hace falta empezar a jugar para darse cuenta del esmero al que Namco-Bandai y el estudio Ghibli han sometido a la criatura, dando lugar a preciosas escenas de animación de la calidad a la que el estudio japonés no tienen acostumbrados. Así, la animación y el motor del juego se combinan e intercalan para ofrecernos una narrativa absolutamente fluida y con todo lujo de detalle.
Desde el comienzo el juego intentará llegarnos al corazón, ya no solo por lo cuidado de su apartado técnico, sino por la naturaleza del argumento y, al igual que en la mayoría de películas de Ghibli, lo normal será tratar temas como la horfandad, la soledad y la tristeza. Nada más tomar los mando del joven Oliver, todo olerá a jrpg clásico, desde los menús, hasta los mapeados y el sistema de batalla. Al principio necesitaremos unas pocas horas para que el juego arranque de verdad pero eso no será un problema gracias a las mencionadas secuencias de animación que aderezan el transcurso del desarrollo. Los gráficos en cell shading son toda una demostración de como se debe representar un anime hecho videojuego aunque a veces da la sensación de que los personajes son algo inexpresivos cuando no están hablando o interactuando con otro personaje, aunque es un fallo perdonable dadas las características técnicas del juego.