Probablemente el mejor aliado pero, a la vez, el peor enemigo del retro gamer, la nostalgia siempre está ahí para jugarnos malas pasadas. Cuántas veces habremos dicho aquello de "aquel juego se veía tan bien" o "me gustaba tanto, era tan divertido" y luego, al volver a jugarlo, eso otro de "vaya, pues no es como lo recordaba". En mi caso han sido muchas y seguro que en el vuestro también. Juegos que en su día subieron el listón o que fueron directamente leyendas, como ese MGS que a todos nos encandiló. En su momento nos entraron por los ojos y forjaron un idea en nuestra mente que, con el tiempo, permanece ahí casi tan joven como el primer día.
Pero todo es volver a poner el juego para llevarnos un chasco tan grande como la diferencia que hay entre nuestro recuerdo y el aspecto real del juego. Por supuesto también están los títulos que no envejecen o que no lo hacen de forma tan notoria y, aun con el transcurso de los años, siguen luciendo bien, aunque no tan bien como en su día, pero bien a fin de cuentas, como, por ejemplo, FFIX, que para mí sigue conservando esa magia y esa belleza que tuvo desde el primer día.
Y como este caso, muchos otros. El ya mencionado MGS, o FFX que no fuimos pocos los que nos quedamos ojipláticos con su secuencia de introducción, o el legendario GoldenEye que nos hizo ver el poder de aquella añeja consola de 64 bits.
Todos son títulos que merecen su hueco en nuestra memoria, y tanto si los recuerdas jóvenes ,como si los has vuelto a ver y te has llevado una sorpresa, lo importante es que recuerdes lo divertidos que eran y lo que sentiste cunado los jugaste por primera vez, años atrás. Esa sensación perdura y no se borrará por muchos juegos que salgan con gráficos inmensamente superiores.
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